¿Más becarios que empleados en tu trabajo? Necesitas leer esto

Integrar becarios a tu organización tiene sus ventajas: ideas frescas, sumar vitalidad a los procesos o la oportunidad de llegar a targets más jóvenes. No obstante, existen startups y súper empresas que saturan departamentos enteros con practicantes. ¿Es saludable? Depende de los objetivos: si los integras al equipo, sí; si son los minions de la empresa, no.

Los becarios deben ser parte de una estrategia institucional, no económica. Son dos los escenarios de malas prácticas: el empleado intendente y el no-asalariado. Ambos lucran con la baja rentabilidad de los recién egresados. El ejemplo más documentado de este fenómeno está en el periodismo.

Después de la asimilación de la cultura blogger, a mediados de la década pasada, las principales redacciones comenzaron a sustituir a sus plumas veteranas por practicantes. En julio de 2017, The New York Times anunció el despido de 55 editores (la mitad de la plantilla), con el objetivo de reducir costos.

En multimedios es frecuente y masiva la rotación de becarios y trainees, mediante programas de “inserción laboral” (con trabajo profesional no remunerado). En México no existe una cifra detallada; pero, en España los practicantes desechables son un problema en aumento.

Según datos publicados por El Mundo, en 2015 el número de puestos de practicantes subió un 350% (más de 70 mil personas). El 61% de esos españoles no recibían ninguna remuneración económica. Del porcentaje restante de becarios asalariados, el 73% recibió compensaciones por debajo de sus necesidades básicas.

Aunque el servicio social cuenta con control administrativo de las universidades, las prácticas profesionales son irregulares. La propuesta europea es no superar el 5% del total de la plantilla, con jornadas de 4 a 6 horas. Regular la presencia de becarios en las organizaciones exige definir sus roles específicos en un equipo de trabajo.

Si tu empresa tiene sobrereclutación de practicantes, te sugerimos las siguientes mejores prácticas:

Elimina el cliché del “trae cafés”. Los primeros años de un egresado son decisivos para su futuro profesional. Si acoges a un practicante, asumes la responsabilidad de contribuir en su entrenamiento laboral. Además, asignar “tareas” extraprofesionales (sacacopias o telefonista) sólo evidencia el rezago organizacional que tiene la empresa.

Otorga una beca digna o contrátalo como trainning. Si no fuiste becario en tu juventud, imagina trabajar gratis por seis meses. ¿Aceptarías? Lamentablemente, ellos sí por su falta de experiencia. Las organizaciones deben dar el primer paso y ofrecer un “apoyo económico” suficiente.

Si muchos becarios han pasado por tu oficina sin compensaciones mínimas, espera futuros daños a tu imagen corporativa. A la larga, se convertirán en comentarios negativos sobre el trato a los empleados.

Asigna un lugar de trabajo para ellos. Cuántas veces hemos visto a practicantes en un rincón de la oficina o en el escritorio del jefe (mientras él fue a comer). Tener un lugar de trabajo propio es parte de las condiciones mínimas de dignidad laboral.

Daños en la imagen de tu empresa. Es decir, no asignes tareas profesionales a alguien sin experiencia ni subestimes las áreas creativas. Por ejemplo, becarios encargados de redes sociales. Por más cool que sea su lenguaje, no sustituirá  a un Community Manager. Un error suyo (bastante justificable) podría generar graves problemas.

Los becarios no son “papel higiénico”. Si “adoptas” a uno en tu organización, sería buena idea convertirlo en un empleado boomerang. Contágialos de tu cultura organizacional e intenta que no piensen en los “6 meses”. Conviértete en la mejor referencia de su corta experiencia laboral, no en “el lugar donde lo explotaban”.

Y sobre todo… no los reclutes para hacer nada ni para hacer todo. Si el practicante platicará por WhatsApp todo el día, mejor reconsidera la idea. “Contratar” becarios no debe ser una solución económica sino una práctica orgánica con beneficios para ambas partes.

¿Cómo fue tu experiencia como becario?