Se debe valorar el aspecto social y también el productivo
Una persona en México trabaja alrededor de 2250 horas al año, de acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Sin embargo, esto no agobia tanto a los mexicanos como lo hace su salario o la seguridad de su contrato. Entonces, ¿reducir nuestro horario laboral nos haría más felices?
Socialmente sí: los papás podrían pasar más tiempo con sus hijos; los jóvenes tendrían mayor oportunidad de convivir con sus amigos, y otros cuantos encontrarían el espacio adecuado para estudiar aquel curso, taller o carrera que han estado postergando.
Productivamente sí y no: en una entrevista para el periódico El País, Serge Latouche, profesor emérito de la universidad París-Sur, afirma que “hay que trabajar menos para que trabajemos todos”. Es decir, disminuir el tiempo en nuestra oficina exigiría un mayor compromiso por parte del personal.
No obstante, acortar la jornada diaria también significaría menos tiempo para concluir con las tareas que tiene un empleado. Por ende, más tensión. Y con más tensión, estrés –enfermedad que cada vez es más recurrente para ausentarse laboralmente, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Algunas personas aseguran que mientras les guste su empleo y exista un buen entorno en él las horas que le destinen no son tan relevantes. En otras, lograr un balance entre vida y trabajo es primordial.