¿Te ha pasado que en algún momento de la vida has terminado alguna relación y te has quedado con el deseo de haber dicho más? cerrar ciclos desde adentro.
Es verdad que a veces nos toca cerrar ciclos de manera abrupta e inclusive nos quedamos con el anhelo de despedirnos de frente, verbalizando valientemente ese discurso que inventamos y repasamos en nuestra mente.
Lo cierto es que muchas veces no se puede, de hecho hasta pudiera ser un riesgo totalmente innecesario aún cuando fuera posible.
Y sí, nos toca cerrar en solitario, desde dentro, en uno, recogiendo pedacitos de lo que éramos cuando estábamos ahí, tomando nuestra energía para devolverla adentro y sublimarla, restaurando nuestra alma con cincel en mano cual Da Vinci.
En realidad creo más bien que a quien despedimos es a esa parte nuestra, a ese trozo de corazón que invertimos y ya no existe más, despedimos a nuestras propias expectativas y anhelos profundos.
Los ciclos se cierran en el corazón no importa cuan rotos estemos, es una cuestión de auto cuidado y amor propio.
A veces la carencia o nuestro ego nos demandan control afuera, inconscientemente queremos impactar en el sentir del otro como si tuviera la obligación de amarnos.
La libertad, la verdadera libertad y el verdadero amor se viven dentro de uno, cuando abrazamos nuestra herida y conectamos con nuestro ser esencial y nos disponemos a sanar.
La única persona con la que pasaremos el resto de nuestra vida somos nosotros mismos y como en otras ocasiones he mencionado: hay cosas que mueren por irse porque hay cosas que mueren por llegar y hay que hacerles espacio, hay que soltar para recibir, hay que liberar para iluminar.
Es tu proceso, sumérgete en él pero hazte cargo confiando en que hay personas y situaciones que por evolución y vibración ya no pertenecen más a tu tiempo y espacio.
Bien decía el antiguo poeta místico Rumi: “La herida es el lugar por donde entra la luz”.
Por: Rosario Cardoso
|
![]() |