Una de las características de los seres humanos es su deseo de poseer y acumular; acumular pertenencias y reconocimientos, pero también nuestro deseo de acumular sentimientos, trabajos, sueños, pensamientos y un sinfín de cosas. Si tuviéramos que meterlas en maletas y cargarlas en la espalda, estaríamos aplastados y sin la capacidad movernos.
El miedo responde a la idea de que comenzar de cero significa tirar todas esas cosas que hemos acumulado, deshacernos de nuestro trabajo y tiempo invertido. Pero lo que realmente significa dejar algunas cosas es volver a hacerlas con la experiencia; es decir, hacerlas mejor.
La capacidad de empezar de cero representa muchas oportunidades de rehacer y volver a crear para hacer mejor. La creencia de que tu vida ya está hecha puede terminar con tu capacidad de aceptar nuevos retos.
Y para ilustrar mejor lo dicho, hay una historia popular que quizá ya has escuchado:
Había un joven en medio de un bosque caminando y buscando la salida, caminando entre árboles y tratando de definir el camino para salir de ahí. Después se encontró con un río, el cual tenía que cruzar para poder salir de ese bosque. Pensó formas para cruzarlo y concluyó que la única alternativa era construir una balsa. El joven trabajó día y noche durante algunos días y tras un laborioso y costoso trabajo, por fin consiguió su propósito.
Subido en la balsa, cruzó y, al llegar al otro lado, se dijo a sí mismo: “¡No debería abandonar mi balsa, mi trabajo, ¡me costó tanto trabajo construirla! ¿Y si luego aparece otro río? ¡La necesitaré!”.
Cargó en su caminar con esa balsa pesada a cuestas por el bosque, asegurándose y aferrándose a que debía seguir así hasta el final. Resulta que la balsa cada vez se hacía más pesada y el bosque más frondoso; caminar era cada vez más complicado.
El joven se debilitó tanto que, al final, una noche murió bajo la lluvia, destrozado por el cansancio que ese bote de madera le había provocado en su largo y duro camino.
Su rigidez mental por no deshacerse de su balsa y de su trabajo, por el miedo de que un río apareciera nuevamente, lo dejó sin vida y sin aliento. Sin darse cuenta de que, si hubiera seguido el camino solo, sin ese peso, seguramente habría llegado más lejos.
¿Y si un nuevo río hubiera aparecido en el camino? Su nueva experiencia lo habría llevado a construir una nueva y mejor balsa en menos tiempo.
Empezar de cero no es tan malo, sobre todo porque, como tal, no empiezas de cero, sino que ya llevas contigo experiencias que te permiten hacer mejor lo que tengas que hacer.