¿Qué necesitas para ser jefe, gerente o director? (Lección 1 de 5)

Te mereces un ascenso y es hora de ir por él

 

¿Se puede enseñar a ser líder? ¿Pueden fabricarse directores de empresa capaces y confiables del mismo modo en que se producen automóviles? La respuesta es no.

De acuerdo con Carlos Llano Cifuentes, fundador del Consejo Superior del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE), eso es algo con lo que se nace, no se hace. Podrá parecerte obvio, pero hay a quienes aún les inquieta leer o escuchar esto.

Sobre todo porque hoy en día 8 de cada 10 mexicanos llegamos al trabajo con la motivación de obtener un ascenso (Workmonitor, Randstad Q2, 2015); que se reconozca nuestro esfuerzo para un siguiente puesto, con nuevas o más responsabilidades y también nuevos y más ingresos.

Pero no hay fórmula mágica ni guía definitiva para lograrlo. Algo sí es seguro: el ascenso no se merece, se gana, y para ganarlo debes saber muy bien qué es lo que quieres y cómo llegarás a ello.

Encontrarás más información al respecto en el artículo Cómo pedir un ascenso en tu trabajo.

Es difícil (mas no imposible) que un puesto de jefe, gerente o director llegue con previo aviso. “¿Quieres un puesto de alta jerarquía para dentro de 6 meses?” No, en la vida laboral de ayer y hoy ese tipo de oportunidades llegan de momento, sin anticipación, y tienes que decidir si aceptas o no en cuestión de minutos o tal vez días. No más.

¿Qué te queda? Si en realidad piensas con subir al siguiente escalafón del organigrama puedes prepararte desde ahorita.

Y no hablamos de inscribirte al primer MBA que encuentres; sino de aprender de lo que vives a diario.

Si sacas provecho de la rutina, ya habrás dado el primer paso. En cambio, si la rutina se queda en eso, en el mero pasar de las jornadas de trabajo, estás desaprovechando una enseñanza única y gratuita: tu experiencia laboral.

La importancia de ser una persona de mente abierta

Por razones insospechadas la gente pierde su capacidad de asombro y curiosidad al crecer.

Peor aún: parece que en el lugar de trabajo, con los compañeros o los jefes, tienen prohibido mencionar cosas como “no sé”, “lo desconozco pero lo investigo”, etcétera, y en lugar de ello se toma una postura de “¡claro que lo entiendo todo!”.

La actitud de la mente abierta requiere de un esfuerzo más interior que exterior. Es algo que no estará a simple vista y que sólo notarán aquellos con los que tengas un trato cercano. Aprender a observar mejor el entorno, hablar menos y escuchar más o entender cómo piensan los demás sin la necesidad de estar de acuerdo, son prácticas que puedes entrenar desde hoy.

Es frecuente tener la idea de los jefes absolutos con respuestas absolutas. Nada más alejado del tipo de líderes requeridos en la actualidad.

Se necesita reaprender a volar la imaginación, a salir de la zona de confort de “así se hacen y han hecho las cosas” para más bien buscar la forma de mejorarlas –incluso cuando se dan buenos resultados.

En otras palabras, a dejar de ver el mundo desde cuatro lados (cuadrado), a tener la disposición de cambiar de ideas o de adaptarlas o de darles otro matiz. A ceder cuando tengas la certeza de que un cambio es mejor para llegar más lejos.

La importancia de ser una persona con un criterio sólido

Aunque suene contradictorio, ser de mente abierta requiere tener un criterio firme. En el libro La enseñanza de la dirección y el método del caso, el mismo Carlos Llano Cifuentes aclara que no es fácil encontrar ambas características en una sola persona.

Alguien a quien le impresiona todo será influenciable e incapaz de emitir juicios equilibrados. Es necesario aprender a discernir la información, saber qué datos son importantes y cuáles desechables. No es sano intentar absorber, al pie de la letra, todo lo nuevo que se lee, escucha, conversa y estudia, simplemente porque ya se tiene una base de creencias que te guían.

Sí, suena paradójico y por eso mismo pocos lo logran. Pero quienes lo hacen son el tipo de líderes que brillan actualmente en las organizaciones.


¡No te pierdas la próxima semana la lección número 2!