Cultura DIY en tu trabajo

¿Alguna vez has visto un tutorial en YouTube o leído un blog sobre bricolaje? Si tu respuesta es afirmativa, la cultura DIY ya es parte de tu día a día. D.I.Y. son las siglas de la expresión inglesa do it yourself (“hazlo tu mismo”), término apropiado por el slang online.

Autores como Michael Kimmelman afirman que fue resultado de la democratización de la opinión en Internet: “todos tienen un comentario” y ahora pueden publicarlo. A esto, se suma la posibilidad colaborativa en redes sociales. El resultado, miles de usuarios que adoptaron el rol de instructores calificados por la “experiencia”. Aquí se juntan tres factores: accesibilidad, tiempo y nicho.

Supongamos que Nacho quiere cocinar cupcakes salados, pero no encuentra recetas en ningún lugar. Decide cocinarlos mediante prueba y error. ¡Lo logra! Una vez que domina su técnica, hace un tutorial y lo sube a Internet. Esto motiva a más usuarios a compartir videos de cupcakes.

Los makers, el craft y el bricolaje son los ejemplos más populares de DIY. Sin embargo, es una forma de pensamiento que puedes aplicar a tu vida cotidiana. Enseguida te dejamos algunos fundamentos aptos para cualquier ambiente laboral.

Sólo lo artesanal es único

Aunque lleves un suéter que nadie viste en la oficina, seguramente habrá cientos iguales en la tienda donde lo compraste. La diferencia de la cultura DIY propone reproducir, pero no en serie. Establece una diferencia entre lo artesanal de lo hecho a gran escala.

¿Cómo ser “artesano” en tu trabajo? podría ser desde decorando tu escritorio hasta optimizar procesos de forma no convencional. La originalidad es lo que distingue a un líder del resto. ¡Haz historia!

La personalización lo es todo

La globalización y la rapidez de los mercados llevó a la comunicación interpersonal fría, directa y sin matices. Esto no podía durar mucho. Las compañías han entendido los riesgos de los “patrones” y comienzan a implementar la personalización.

El marketing fue la primera área en implementarlo: en redes sociales están prohibidas las respuestas-plantilla. No envíes un e-mail frío. Agrega un poco de informalidad; habla al destinatario cálidamente.

Tunea todo lo que puedas

El tuneo debería ser un hábito común. Hacer cambios a todo lo que consumimos es dar estilo a nuestro entorno. Muchos creadores ya emplean este principio. Se llama design for hackability: dejar las cosas abiertas a la modificación.

Muchas apps están diseñadas bajo ese principio. Te dan la mayoría del proceso, sólo agregas tu información y “tono” favorito. El trabajo en equipo es una especie de design for hackability. Ten siempre en cuenta que las colaboraciones de otros pueden hacer crecer tu desempeño.

No sólo reproduzcas, crea

No caigas en el “saber más, sabiendo menos” (es decir: no aprender y asumir que lo necesario está a tu alcance). La cultura DIY lleva a esa trampa. Está muy bien versionar los cupcakes salados, pero es mejor aprender y crear tu propia receta nueva.

Una “obra” no sólo es estilo, también es un proceso creativo. En la oficina no faltarán oportunidades de demostrar tu creatividad. Crea propuestas para mejorar las cosas, diseña proyectos o aventúrate a tomar decisiones arriesgadas. ¡El límite tú lo marcas!

Dinos cómo has implementado la cultura DIY en tu oficina o vida diaria. ¡Comenta y comparte en redes sociales!