Así operan las vacantes falsas. Evítalas

Vacantes falsas

En el 2007 caí en una vacante falsa. Me emocioné con un trabajo anunciado en una gaceta local, fui a la empresa que lo ofrecía y después supe la mentira.
“¡Qué tonto!”, pensé enojado. Pero así como yo, muchos han creído y siguen creyendo.

Por eso ahora, en el 2015, cuando vi otro de esos empleos maravilla, me pregunté si seguirían operando igual, a pesar de los años.

Fui a averiguarlo.


Se solicitan damas y caballeros…

Hay vacantes publicadas en internet, volantes repartidos en lugares muy concurridos –como el metro, por ejemplo–, publicidad en periódicos y cartulinas escritas a mano y pegadas en la calle. Todo con la misma promesa: trabaja poco y gana más que miles de empleados de este país.

Requisitos: hombres y mujeres de 18 a 60 años, con o sin experiencia y con disponibilidad para laborar cuatro horas diarias de lunes a viernes.

¿Sueldo? $2000 o más semanales.

¿Te interesa? Llama al licenciado tal o a la licenciada tal. Sólo verás el nombre de pila (Ana, Juan, Brenda, Pedro), ningún apellido.


Le juro que mañana estoy ahí…

Hablé para pedir informes.

–¿Bueno?

(Empezamos mal: ¿qué empresa atiende sus teléfonos diciendo “bueno”?)

–Hola. Quisiera informes del trabajo…

–Sí, ¿en dónde te enteraste del empleo?

–En…

–Muy bien. Necesito que vengas a una entrevista hoy a las 5 de la tarde.

–Híjole, hoy no puedo. ¿Mañana?

–Uy, es que ya nada más tengo cinco puestos disponibles. Si en serio te interesa, tienes que venir ya.

–Le juro que mañana estoy ahí.

–Ok. ¿Tienes en dónde anotar?


Las oficinas

Llegué temprano. Es un edificio viejo y descuidado.

En la entrada del piso hay tres o cuatro personas muy sonrientes, muy amables, recibiendo a los candidatos. Me registro y paso a una sala de espera.

Entonces observo a los interesados en este trabajo: jóvenes entre dieciocho y veintitantos años. También hay gente más grande, pero menos.

¿Es en serio? Miles o millones de celulares con internet en el país, ¿y hay quienes aún no saben de esto?


“¿Dispones de otras 2 o 3 horas para una plática?”

Me llaman a la primera entrevista. Es rápida. Investigan una vez más cómo y en dónde me enteré del empleo, el nombre del licenciado que venía en la publicidad, mi último grado de estudios y si tengo algún tipo de experiencia laboral. Digo que no.

A veces explican qué hace la empresa, a veces no. Al concluir, me preguntan si dispongo de 2 a 3 horas más para una plática. Digo que sí.


“Vender algo por una vez no te hace vendedor”

Somos doce en un salón. Nos sentamos. Enfrente de nosotros, con el rostro serio, una “ejecutiva” da su discurso:

Que la situación del país. Que el salario mínimo. Que la falta de oportunidades. Que los miles de licenciados que manejan taxis. Que tus ganas por salir adelante. Que tus agallas para empezar desde abajo en la empresa. Que tu valentía para lavar baños como parte del aprendizaje. Que una posible venta. Que vender algo por una vez no te hace vendedor.

Que ganarás $2000 a la semana. Que podrían convertirse en $4000. Que podrían ser hasta $5000.

Que si no sabes hacer nada, no importa. Que haber llegado hasta la primaria o hasta la universidad, ahí da igual. Que tu postura ha sido evaluada todo ese tiempo. Que aún no te han aceptado. Que deberás pasar un examen. Que vender algo por una vez no te hace vendedor…


Aurelio (parte 1)

Escribí a quién admiro. Dije cuánto quería ganar y el puesto que me interesaba. Respondí apurado un cuestionario final y volví a la sala de espera.

Minutos después me llaman a una pequeña oficina junto con Aurelio: ambos aprobamos el examen y a la mañana siguiente inicia nuestra capacitación.


Aurelio (parte 2)

Hasta hace unos días, Aurelio se ganaba el pan como albañil. Sonríe. Salimos del lugar y caminamos una cuadra. Me dice que rezará por que todo salga bien, que le emociona haber encontrado un empleo administrativo, que le parece una buena empresa, que le gusta que sean amables, que pedirá doble turno, que todo el dinero será para él, que quiere aprender. Luego añade: no sabe utilizar la computadora.

Empiezo a entender más cosas.


La capacitación

Toda una semana de pláticas motivacionales. Varios “líderes” hablan de superación, de persuasión, de administración del dinero. Y, entre uno y otro tema, te dicen que deberás estar listo para el penúltimo o último día de la capacitación; deberás llegar al 200% para “La Prueba”.


La prueba

Invertir en perfumes para después venderlos.

Dependiendo el número de fragancias que consumas será el puesto que obtengas. Si colocas o no esos productos –de procedencia desconocida–, qué más da.

¿Firmas algún contrato? Sí, de compra-venta de perfumes, no laboral. En realidad, no existe ninguna relación de trabajo.

Y si haces eso, ¿qué empleo obtienes? Te conviertes en ejecutivo de reclutamiento y selección. Tendrás que volantear o pegar cartulinas o hacer promoción para que otras personas, así como tú, se enteren de la “oportunidad” y se acerquen a la empresa.

¿Tantas horas y traslados para…?

Sí. En fin.


Consideraciones

Al parecer, muchas empresas fantasma ya han sido denunciadas. Sin mucho éxito.

¿Qué nos queda como ciudadanos? Saber identificarlas y no caer en ellas.

Investiga a las compañías antes de acudir a sus oficinas. Si no sabes cuál es su nombre o razón social, escribe en Google la dirección a la que te citaron. Es posible que encuentres algo.

Puedes ayudar a muchos compartiendo el artículo en redes sociales. Sin embargo, hay mucha gente que todavía no tiene acceso a internet, o no sabe utilizarlo, y son los más vulnerables a este tipo de señuelos. Platícalo con familiares, amigos, conocidos. Corre la voz.