Aunque no lo creas o suena difícil de creer, la experiencia laboral y el ritmo de vida que llevemos pueden modificar la dinámica del aprendizaje
No importa cuál sea tu puesto o el sector laboral en el que te encuentres, estudiar siempre, pero siempre, va a enriquecer tu perfil profesional. De acuerdo con un estudio publicado por el Journal of Cognitive Neuroscience, los cerebros adultos son capaces de identificar de manera más rápida las ideas centrales de un tema, además de tener más recursos para analizar y resolver problema, por lo que podemos entender que la dinámica de aprendizaje es diferente a la de un niño o adolescente.
¿Cómo influye tu empleo en la dinámica de aprendizaje y la manera en que asimilamos nueva información?
El maestro Ricardo Castro Núñez lo explica, basándose en su día a día al impartir clases a estudiantes adultos.
La experiencia que he tenido con estudiantes que trabajan me ha llevado a ciertas reflexiones en el tema de la dinámica de aprendizaje de adultos, basadas más en una praxis diaria que en un estudio a fondo –propio de la Andragogía–, mismas que a continuación detallo:
- El estudiante trabajador aprende haciendo y no conociendo. Para ellos es más conveniente realizar la práctica y posteriormente, con los resultados, analizar y reflexionar, generando marcos históricos, conceptuales y referenciales de la situación. Es un proceso invertido al que ocurre normalmente en la licenciatura para jóvenes.
- Todo conocimiento que asimile el adulto trabajador debe ser útil para aplicarlo en alguna situación de su vida laboral, en primer lugar, o personal, ya que su núcleo familiar también se ve afectado favorablemente cuando el alumno lleva el aula a la familia. Muchos estudiantes jóvenes no trabajan cuando asisten a clases, por lo cual no aplican directamente lo que aprenden en una empresa o negocio.
- Las emociones están presentes en los adultos que estudian, ya que todos los días tienen una actividad laboral ardua, un compromiso familiar, traslados, responsabilidades económicas, etcétera. Aquí la atención del profesor o docente (encargado académico) debe ser empática, ya que, por ejemplo, no se puede evaluar de la misma forma a un joven que no entrega una tarea y lo único que hace en su día es estudiar a un adulto que no entregó un ejercicio por tener un cierre de mes en su compañía. Los contextos económicos y sociales deben ser una referencia.
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- Es importante ubicar a un adulto estudiante como una persona que no es nativa de la tecnología, sino que tuvo su primera práctica hasta la adolescencia o más tarde todavía, con muy poca práctica en casa, limitadamente en el trabajo y usando su teléfono inteligente sólo para llamadas, sin profundizar en aplicaciones, gadgets y otros elementos actuales propios de la era del internet.
El adulto tiene ese gran reto al estudiar: empatarse con al menos los conocimientos básicos de un procesador de texto, de una hoja de Excel o del uso básico de un navegador o plataformas educativas. Favorablemente, en la actualidad ayuda que los nuevos programas tienen gráficos e interfaces muy amigables que antes no existían.
- Los estudiantes adultos tienen tres círculos sociales: el familiar, el laboral –la mayoría, no todos– y el social, dejando desde hace años el cuarto círculo: el escolar. Cuando se retorna a la escuela, se vuelve a tener ese cuarto círculo social que le permite al adulto estar entre sus iguales e identificarse con sus mismas problemáticas, creando lazos muy fuertes de amistad y de ayuda para salir adelante en sus estudios, formando grupos de estudio o ayuda de trabajos escolares o estudios previos a un examen, por lo que la dinámica de aprendizaje es bastante diferente.