Muchas personas enfrentan las entrevistas laborales con una percepción equivocada. ¿Te ha pasado sentirte nervioso desde días antes?
Esto ocurre porque solemos imaginar la entrevista como un interrogatorio, donde más que candidatos, nos sentimos juzgados. Pero ¿cómo deberíamos realmente comportarnos?
Inspirados en el libro “101 preguntas inteligentes para formular en su entrevista de trabajo” de Ron Fry, exploramos una idea clave: no basta con responder, también hay que saber preguntar. Hacerlo demuestra preparación, empatía y un verdadero interés por el puesto.
Lo que todo entrevistador quiere saber
Según Fry, hay cinco preguntas que todo entrevistador busca responder (aunque no las exprese tal cual). Anticiparte a ellas puede marcar la diferencia:
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¿Puedes hacer el trabajo?
Evalúa tus habilidades técnicas, experiencia y conocimientos. -
¿Harás el trabajo mejor que otros?
Se busca motivación, compromiso y diferenciadores frente a otros candidatos. -
¿Aceptarás el empleo si te lo ofrezco?
Aquí se analiza tu nivel de interés (o desesperación) por la vacante. -
¿Te adaptarás al equipo?
Se mide tu capacidad para integrarte y colaborar. -
¿Serás una recomendación que los haga lucir bien?
El entrevistador evalúa si tu desempeño respaldará su decisión.
Responder con claridad, seguridad y honestidad te permitirá destacar tus fortalezas sin caer en exageraciones.
Preguntar también es destacar
Al final de una entrevista es común que te pregunten: ¿Tienes alguna duda? Ese momento es ideal para mostrar tu interés, haciendo las preguntas correctas.
Primero, pide permiso para hacer un par de preguntas. Eso generará un ambiente colaborativo que hará fluir mejor la conversación.
Recuerda: antes de la entrevista, investiga sobre la empresa. Conocer su misión, valores y visión te permitirá adaptar tus preguntas al contexto del puesto y demostrar preparación.
5 preguntas que muestran tu interés
Aquí tienes cinco preguntas que puedes hacerle al entrevistador y que demuestran auténtico interés en la vacante y la empresa:
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¿Hay algo importante que deba saber sobre las expectativas del puesto y la compañía?
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¿Cuáles son las metas principales del puesto y con cuántas personas trabajaría en el equipo?
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¿Podría darme una idea de cómo sería mi rutina diaria en el puesto? Me gustaría comenzar a pensar en formas de aportar desde el inicio.
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¿Qué prioridades tendría que atender de inmediato al incorporarme?
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¿Cree que hay algo más que debería saber sobre la empresa o el equipo?
Estas preguntas no solo comunican interés genuino, también permiten que la conversación se torne más humana, fluida y enriquecedora.
Conclusión: El gran empleado se forma desde la entrevista
Saber cómo ser un gran empleado comienza desde el primer contacto con la empresa: la entrevista. Prepararte, responder con seguridad y hacer preguntas inteligentes te posiciona como una persona proactiva, empática y capaz de aportar desde el primer día.
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