5 formas de sacar de quicio a tu jefe (y arruinar tu trabajo)

A veces, sin querer, nos gusta autosabotearnos; sobre todo si nuestra chamba no nos encanta y en la cabeza tenemos el “Pues no hay de otra”. 
Entonces por más increíble que hagas tu trabajo, si tus actitudes sacan de quicio a tu jefe o compañeros lo más seguro es que todo tu esfuerzo se vaya al carajo. ¿Por qué eres así?
Puede que no te importe y no pase nada. Pero también puede ser que un día te separen de la empresa por estas conductas y no haya forma de remediar las cosas. Antes de que eso suceda, te aconsejamos fijarte si has caído en estos comportamientos.
 


 

Siendo un chismoso

Hablarle a mucha gente en la compañía no tiene por qué ser un problema, al contrario: es una buena forma de saber cómo funciona el lugar en donde trabajas. Sin embargo, si confundes esto con estar viendo, escuchando y pasando horas opinando sobre otras personas, ya caíste en un gran vicio.
Muchos colaboradores gastan más tiempo en el chisme que en sus labores, y por supuesto que se nota.
 

Siendo un grinch

Cuando lo único que te interesa es tu cheque y entonces el trabajo y lo que pasa alrededor de él podrían desaparecer sin que te dieras cuenta, es posible que seas un reverendo grinch.
Ese estilo de vida en el que todo el tiempo estás enojado puede sonar muy cool en las películas, pero en el día a día puede desesperar, sobre todo si tu segundo nombre pareciera ser “negatividad”.
 


 

Siendo un adulador

Aunque la estrategia de “darle siempre la razón al jefe” pareciera muy tentadora, si se combina con un bajo desempeño sólo te hará quedar mal. Al principio los halagos y esas cosas que levantan el ego de cualquiera podrían ser bien recibidas; sin embargo, cuando las ideas y los proyectos que te corresponden brillan por su ausencia, se sabrá que tu forma de actuar sólo busca ocultar algo más.
 

Siendo un excesivo

Pareciera que no hay problema con estas personas y que más bien serían los más amados por los superiores: esos que son impacientes y hacen más y dicen más y proponen más y trabajan más y… en fin.
El problema con estas personas es cuando el exceso de protagonimo los lleva a una impaciencia y un egocentrismo que termina por desesperar, sobre todo a los demás compañeros.
Está perfecto dar el 200 % en tu puesto y no esperar órdenes para hacer las cosas; sólo ten cuidado con no rebasar la delgada línea que puede llevarte a la arrogancia.
 


 

Siendo el eterno bromista

Un chiste o una pequeña broma no le caen mal a nadie, muchas veces ayudan a que el ambiente sea más agradable. No obstante, pasa que cuando hay algún tema serio estas personas no logran separarse de su jocosidad y no le dan la importancia debida a las cosas. Entonces comienzan los problemas.
Ser el bufón del equipo puede volverse un dolor de cabeza cuando las distracciones o las ofensas salen a la luz. Más si el cumplimiento de objetivos no se da y las bromas siguen y siguen y siguen.